¿Dónde deben colocarse los cebaderos en una industria alimentaria para mayor efectividad?

En la industria alimentaria, el control de plagas es un tema que no puede tomarse a la ligera. La presencia de roedores no solo representa un riesgo sanitario que compromete la inocuidad de los productos, sino que también puede afectar la reputación de una empresa, generar pérdidas económicas y derivar en sanciones regulatorias. Por esta razón, el uso de estaciones cebaderas es una práctica indispensable dentro de los programas de manejo integrado de plagas. Sin embargo, su efectividad depende directamente de la ubicación estratégica en la que sean colocadas.

En este artículo te explicaremos dónde deben colocarse los cebaderos en una industria alimentaria para asegurar un control óptimo y cumplir con los estándares de inocuidad más exigentes.

En Secopla entendemos que una sola detección de insectos, roedores o aves en áreas de producción puede afectar gravemente la reputación de una empresa, generar pérdidas económicas y poner en riesgo la salud de los consumidores. Por ello, ofrecemos soluciones profesionales de control de plagas en la industria alimentaria, respaldadas por más de dos décadas de experiencia y certificaciones reconocidas.

Importancia de los cebaderos en la industria alimentaria

Los cebaderos son estaciones diseñadas para contener rodenticidas o dispositivos de monitoreo que permiten controlar la población de roedores en el perímetro de una planta. Su función principal es actuar como una barrera preventiva, evitando que los roedores logren ingresar a las áreas de producción.

Un error común es pensar que basta con poner algunos cebaderos alrededor del edificio. La realidad es que su colocación debe responder a un análisis técnico del entorno, los puntos de acceso y las fuentes de alimento o refugio que puedan atraer a las plagas. Cuando se hace correctamente, los cebaderos se convierten en una herramienta clave para el control de plagas en la industria alimentaria.

Ubicaciones recomendadas para colocar cebaderos

A continuación, detallamos las zonas estratégicas en las que se recomienda la instalación de cebaderos para garantizar su efectividad.

1. Perímetro externo del edificio

El primer escudo de defensa contra los roedores debe colocarse en el perímetro exterior de la planta. La práctica más común, y la que exigen normativas internacionales, es colocar los cebaderos cada 10 a 15 metros alrededor del edificio, siempre alineados contra la pared o cerca de cercas perimetrales.

De esta forma, se logra que los roedores encuentren el cebo antes de intentar ingresar. Además, la colocación en línea continua evita “espacios vulnerables” que puedan ser aprovechados como puntos de acceso.

2. Áreas de acceso y tránsito

Las puertas de personal, rampas de carga, portones de acceso a camiones y cualquier área de tránsito entre el exterior y el interior son puntos críticos. Estos sitios suelen permanecer abiertos por periodos de tiempo, lo que aumenta la posibilidad de entrada de plagas.

Colocar cebaderos en estos accesos ayuda a reducir significativamente la probabilidad de que un roedor logre cruzar al área de producción.

3. Zonas de almacenamiento de residuos

Los compactadores de basura, contenedores de desperdicios y áreas de reciclaje suelen atraer a los roedores por la disponibilidad de alimento. En estas zonas se recomienda reforzar con más de un cebadero, colocados en ambos extremos de los contenedores y a lo largo de las paredes cercanas.

De igual manera, es fundamental mantener la limpieza y la correcta gestión de residuos para que el control sea realmente efectivo.

4. Alrededor de almacenes y silos

En la industria alimentaria, los silos de granos y bodegas de materias primas representan uno de los puntos más vulnerables a la infestación de roedores. Colocar cebaderos en su perímetro es crucial para proteger la calidad de los insumos y evitar contaminaciones que puedan poner en riesgo la producción.

Un monitoreo frecuente en estas áreas permite detectar rápidamente cualquier incremento en la actividad de plagas.

5. Áreas verdes o con vegetación cercana

Los jardines, arbustos y zonas con césped funcionan como refugio natural para los roedores. Colocar cebaderos estratégicamente en estas áreas, especialmente cerca de los bordes y muros, ayuda a reducir la presión de infestación sobre la planta.

Es importante que estas zonas verdes se mantengan podadas y libres de acumulación de hojas para que el control sea más efectivo.

Zonas donde no deben colocarse cebaderos

Aunque los cebaderos son herramientas útiles, existen áreas donde no deben instalarse dentro de una industria alimentaria:

  • Áreas de producción o proceso: nunca deben colocarse cebaderos con rodenticidas dentro de estas zonas por el riesgo de contaminación.

  • Cerca de alimentos o empaques expuestos: el contacto accidental con el cebo puede comprometer la inocuidad.

  • Encima de tarimas o estantes: los cebaderos siempre deben estar en el piso, pegados a paredes o esquinas.

En las áreas internas de producción, la estrategia cambia: en lugar de rodenticidas, se emplean trampas mecánicas o de captura múltiple que permiten monitorear la actividad sin riesgo de contaminación.

El papel del monitoreo constante

La colocación inicial de los cebaderos es solo el primer paso. Para garantizar resultados, se requiere de un monitoreo constante, con revisiones periódicas para verificar el consumo de cebo, el estado de las estaciones y la posible necesidad de reubicarlas.

Un programa de control de plagas en la industria alimentaria siempre incluye registros detallados, mapas de ubicación y reportes que aseguren la trazabilidad del servicio. Esto no solo ayuda en auditorías, sino que permite tomar decisiones rápidas frente a cualquier signo de infestación.

Conclusión

La ubicación estratégica de los cebaderos en una industria alimentaria es fundamental para prevenir la entrada y proliferación de roedores. Colocarlos en el perímetro, accesos, áreas de residuos, silos y zonas verdes asegura una cobertura completa y efectiva.

No obstante, es indispensable complementarlo con limpieza, orden y monitoreo constante. Solo así se puede garantizar un verdadero control de plagas en la industria alimentaria, alineado a las normas internacionales de inocuidad.

Implementar un programa profesional de manejo integrado de plagas no es un gasto, sino una inversión que protege la calidad de los alimentos, la confianza de los consumidores y la reputación de la empresa.

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